7 jul 2018

Apología de la belleza - Silvana Allegretti

Resumen:
“A cada uno su senda; y también su meta, su ambición si quiere, su gusto más secreto y su másclaro ideal. El mío estaba encerrado en la palabra belleza, tan difícil de definir a pesar de todas las evidencias de los sentidos y los ojos. Me sentía responsable de la belleza del mundo” Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano. Aconsejar resulta siempre una tarea complicada.La escena suele poner en jaque a dos actuantes antagónicos, cuyas funciones se definen a través de la palabra:quien ofrece el consejo -y espera que su contrafigura lo asuma como dogma impersonal aunque valioso-, y quien lo recibe –que contempla la posibilidad de una panacea para la resolución del conflicto-.Inducir a la lectura de una obra literaria es especialmente difícil, sobre todo teniendo en cuenta las frases connotativas que se esgrimen para justificar esa recomendación.“Memorias de Adriano”, la autobiografía imaginaria del emperador romano escrita por Marguerite Yourcenar en 1951,resuelve el apuro en escasos segundos: pocos lectores han encontrado una apología diferente de la belleza para argumentar a favor de esta pieza de arte.Narrada en primera persona gramatical, la novela se inicia a modo de epístola en la que el César decide contarle a Marco, su hijo adoptivo –y, por tanto, heredero del imperio la experiencia vital y la resolución de aguardar con serenidad la hora final que se aproxima. Adriano es a la vez hacedor einstrumento de su poder absoluto e induce a un destinatario plural la obligación de ser contemplado antes como hombre que como Mecenas.




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